Diez años como directora creativa de la marca fueron suficientes para crear un nivel de fanatismo que tiene a los fashionistas de todo el mundo en modo velorio.
La salida de Phoebe Philo como cabeza de Celine produjo una revolución mundial. Y eso que su reemplazo fue nada menos que Hedi Slimane…. El hijo pródigo de la moda, el genio detrás de increíbles colecciones de Saint Laurent, ahora convertido en una suerte de verdugo.
En todo caso, un buen ejemplo para entender que nadie tiene el cielo ganado. Ni siquiera él.
¿Y qué hay de Phoebe? Bueno, aquí viene la mejor parte. El otro día en una reunión comunitaria –tengo una vida paralela en la que soy dirigente deportiva- un amigo habló del mejor partido de Alexis Sánchez. Ese en el que él no jugó y (tal vez por eso) su equipo perdió. Es un término que se ocupa mucho en el fútbol, pero se aplica perfecto en este caso.
Diremos entonces que el debut de Hedi Slimane fue el mejor desfile de Phoebe Philo.
Ha pasado un mes y desde entonces Céline (con acento) se convirtió en el gran fetiche de la industria. Todo lo que pertenece a la ‘era anterior’ se ha vuelto objeto de deseo, incluso aumentando su valor.
Las carteras subieron un 30% su precio de reventa, fue uno de los ítems más buscados en Google y en ebay (según un estudio publicado por Business Of Fashion) y hasta se crearon cuentas de Instagram especiales para las viudas de la marca como @oldceline y @celine.world que rinden tributo a la era anterior. Y la revista W ayer publicó un artículo titulado “Sorry Hedi Slimane, Phoebe Philo´s Céline is now doing better tan ever”. Lapidario. Igual da un poco de pena.
Lo que seguramente muchos no saben, y menos los buscadores de objetos de culto en el resto del mundo, es que en un país tan remoto como Chile hay varios de esos must haves. La última colección de la era Philo se vende en la tienda de Sarika Rodrik. Tengo una cartera azul que, sin saberlo, fue la mejor inversión.
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