Justo antes de que Burberry se fuera de Chile hicieron una liquidación final y fui a mirar... No quedaban muchas cosas, pero había un último par de zapatos negros increíbles con un taco de carey de 8 centímetros que justo era de mi talla. Estaban con 60 por ciento de descuento y aunque nunca jamás uso tacos y menos así de altos, los compré.
Tres minutos después de pasar la tarjeta de crédito mi marido me mandó un whatsapp: “Vani, ojo que están clonando Mastercard a lo loco. Le pasó a un compañero mío de trabajo y me acaba de llegar una compra tuya en Burberry. Please tené cuidado”. Me dio risa, así que me saqué una foto con la bolsa gigante y le respondí: “Ok, voy a tratar de que no me la sigan clonando”.
No sé por qué el Santander tiene esa aplicación acusete que te avisa con cada movimiento. La odio. No sé cómo sacarla de mi vida. Si no fuera por los kilómetros Latam Pass me cambio de banco. Pero el ejemplo sirve para ilustrar algo que para mí es una anécdota simpática, y para muchísimos es un tema tabú. Nadie habla de plata. Pocos saben cuánta plata tienen realmente. Y es uno de los principales motivos de divorcio.
Muchísima gente compra cosas a escondidas, y también muchísima gente miente. Minas de 40, 50 años que van juntando de a 20 mil pesos en efectivo para comprarse algo sin que nadie sepa… No se hagan las boludas, porque es verdad. Humillante, pero verdad.
Según una amiga que es abogado de familia súper capa, está lleno de mujeres profesionales, inteligentes, independientes, que no tienen la más pálida idea de cuánta plata tienen, cuánto gana su pareja, en qué invierten, y cuánto ahorran (si es que tienen esa suerte) o cuánto deben.
Cuando me explicó el tema de la separación de bienes pensé sencillamente que exageraba. O sea, ¿quién en su sano juicio podría optar por la posibilidad de perder parte o incluso todo su patrimonio ante un eventual divorcio? A la luz de los hechos, muchas. Y no tengo amigas idiotas, así que algo anda muy muy mal. La ley está mal y ese es otro tema. Pero también está mal no hablar. Como si fuera de mala educación.
No es un tema específico de la pareja. También pasa en los trabajos. Preguntar el sueldo es como una falta de respeto. Y nada que ver. Si no sé cuánto ganan los que me rodean ¿cómo puedo saber si estoy dentro, por encima o por abajo del mercado? Descubrí que en general muchos se incomodan. Pero la información es poder. Y la información económica, más todavía.
Es difícil cambiar la manera de administrar las finanzas familiares, la manera de comportarse con la plata y me imagino que más difícil todavía es cambiar el régimen macabro ese de la separación de bienes. Así que este post va dedicado a las más jóvenes.
Si van a pasar por el registro civil no cometan la tontera de confiar ciegamente en que será para toda la vida. Porque uno sabe con quién se casa pero no de quién se divorcia. Así que, por las dudas, pregunten. Y por ningún motivo se expongan a quedarse sin nada.
Y así como ahora hablan libremente de sexualidad, inclusión, aborto y otros tantos temas, rompan de una vez ese tabú. Hablen de plata. Y cómprense lo que se les de la gana.
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