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Foto del escritorVanina Rosenthal

Cómo sobrevivir al chat de curso


Somos los apoderados de los Z, los auténticos nativos digitales. Esos que vinieron después de los millennials y realmente no conciben un mundo sin wi fi ni respuestas inmediatas. Somos los primeros en usar chats de padres para comunicarnos entre nosotros. Estamos haciendo el camino... y como no hay reglas, tenemos que inventarlas.


¿Cómo hacía mi mamá para ponerse de acuerdo con los turnos, confirmar los invitados a los cumpleaños y chequear las fechas de entrega de las fichas de lectura? Ni idea. Pero supongo que era menos complejo que ahora. Porque los chats de apoderados son una fuente de estrés inagotable. Para sobrevivir a su uso y abuso, primero es indispensable identificar los tipos de mamis:


La insegura: tiene tanto miedo que su hijo quede fuera de algo que es administradora compulsiva de chats. Todavía no dijeron dónde ni cuándo es el partido, ni quiénes están citados, pero ella ya te armó el grupo, le puso foto de perfil y compró sanguchitos para todos. Y puso la casa para la convivencia. Pero no es de servicial. Es de insegura. Ojo que esa inseguridad se transmite.


La buena onda / culposa: un personaje clásico en los colegios de elite. Como dispone de tiempo, se ofrece a cotizar todo y va a las reuniones que nadie quiere ir. Te soluciona el traje de fiestas patrias, los regalo para profesores y hasta te compra insumos para hacer slime. Va a Meiggs con la misma felicidad y entusiasmo que yo voy a la masajista. Una genia.


La emprendedora serial: tiene una pyme de lo que sea y está convencida de que los coapoderados somos potenciales clientes de todo, entonces te tapiza el grupo con fotos de productos y listas de precios. Tortas, empanadas, frazadas, cuadritos, mosaicos... un amor, pero hay que aprender a no convertirse en spam.


La trabajólica (o desentendida): no es que no está ni ahí... pero en verdad no está ni ahí. Ya fue al colegio, muchas veces no puede con sus propias responsabilidades y menos con las de sus hijos. Es la típica que el día después de la prueba pregunta cuándo es la prueba. Si tiene suerte, sus hijos serán independientes y responsables. Si no, está cagada. Yo me identifico con este subgrupo.


La alarmista: es una reenviadora compulsiva de malas noticias. La primera que cuando cae una gota de lluvia pregunta si al día siguiente hay clases y cada vez que su hijo estornuda te avisa para que tengas cuidado porque "puede ser un virus". Insoportable.


La paracaidista: completamente caída del cielo. "¿Cuándo es el día de la secretaria? ¿Chicas tienen recetas de ensaladas originales? ¿Cuánta propina dejan en la peluquería? ¿Saben si hay taco en Viña?" Flaca, ni idea. No es el lugar para aterrizar con tus dudas.


Los hombres del chat: éramos pocas y llegaron ellos. Por motivos varios pidieron sumarse y nos cagaron la onda. Ya no podemos pasarnos datos de ginecólogos, depilación láser, ni hacer chistes feministas. Hay que pensar dos veces antes de hacer alguna confesión porque ahora están ellos y encima exigen hablar con lenguaje inclusivo. Ya no podemos decir hola chicas... porque se ofenden. ¿Por qué no hacen su propio grupo? Una idea nomás.


Una vez identificados los distintos personajes, es más fácil sacarle partido a estos chats. Aunque no existen los códigos, hay ciertos tips que funcionan para no colapsar. El primero es responder únicamente en aquellos grupos que efectivamente son útiles, y pasar piola en los que nos metieron y nunca entendimos por qué. Salirse sin saludar es una falta de respeto, pero no hace falta seguir en el chat del cumpleaños o el partido que fue hace tres semanas... Hay que depurar.


Y por último, recomiendo el whatsapp paralelo con las mamás buena onda. Las que de verdad te caen bien, tu red de apoyo. Yo tengo uno tan explícito que se llama El grupo que sirve. Otro que se llama Solo las tres, y sería. Los únicos que no tengo en silencio.


No es de mala onda con el resto, es por la salud mental de uno.



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